"La agarré del cuello; no sabía lo que estaba haciendo"

Ariel Troncoso, único imputado del crimen de Melina Briz, por fin habló. Desde que fue acusado nunca quiso dar la versión de los hechos hasta ayer, cuando admitió haberla asesinado. Dijo que no sabía lo que hacía y dio detalles de una relación imposible que terminó en el brutal asesinato que conmocionó a Balcarce en 2012.

La espera resultó una eternidad. Fueron 1.144 los días en que la familia Briz debió sufrir el silencio del asesino de Melina. Más de 3 años de intentar entender lo imposible y sólo esperanzarse en completar la historia para hallar consuelo en la verdad. O al menos, en lo que más se le pueda aproximar. Pero ese día llegó. Ayer, en una pequeña sala de audiencias de Tribunales, Ariel Troncoso (43) le confesó a tres jueces haberse quedado con la vida de la joven de 18 años.

"Jamás... jamás" fueron las palabras a media voz de la hermana de Melina cuando Troncoso, después de brindar detalles del crimen, pidió perdón. Fue en el medio de una jornada de más de cinco horas en las que además de dar su versión de los hechos, el imputado admitió no "saber lo que estaba haciendo" pero sí atribuyó su reacción a haberse sentido estafado y engañado.

Los jueces Jorge Peralta, Alfredo Deleonardis y Gustavo Fisore recibieron ayer un caudal de información definitoria para la causa en la que Troncoso está imputado de "homicidio agravado por alevosía". No solamente por lo gravitante de la confesión del crimen sino también con todo lo relacionado al móvil y a lo que puso en riesgo toda la investigación, que fue la forma en la que Troncoso fue detenido.

"Entonces la agarré del cuello. No sabía lo que hacía pero al escuchar eso es como que daba por hecho todas las sospechas que yo tenía", dijo Troncoso al narrar el desenlace del ataque e indicar que Melina lo llamó por otro nombre mientras tenían relaciones sexuales.

En algunos pasajes de su declaración Troncoso lloró y su voz se le entrecortó. En otros pasajes, los llantos provenían de las sillas ocupadas por el padre, la madre y los hermanos de Melina Briz.

A lo largo de la extensa declaración, Troncoso explicó también cómo se habían conocido con Melina cuando ella tenía 13 y él 36 años.

 

Una historia

y su deterioro

 

Los hechos que desembocaron en el 12 de febrero de 2012, cuando Melina desapareció en Balcarce y la familia lo denunció a la policía, fueron varios, pero todos giraron en torno a la relación que mantenía con Troncoso.

Ayer durante más de una hora el imputado habló de cómo forjó su vínculo con la joven (ver aparte) y dejó en claro que era un hombre que la perseguía y la intentaba controlar todo el tiempo. "Yo la llamaba por teléfono y le mandaba mensajes porque en los últimos tiempos ella salía más, no lo hacía tanto conmigo. Yo la iba a buscar al boliche y empecé a notar que quería estar más con otra gente. Pero ella me decía dos palabras y me convencía", explicó.

En el año 2011, Melina llegaba al final de la escuela secundaria y entonces fue el momento del viaje de egresados. "Le di 1.500 pesos para que gastará allá y no hablamos mucho durante el viaje. Una vez me llamó de madrugada porque se había vuelto con su amiga al hotel porque no se sentían bien. Me trajo chocolates y me dijo que la había pasado bien", señaló Troncoso.

La relación a esa altura, por los dichos de las amigas de Briz, y por lo que explicó ayer Troncoso, ya se iba deteriorando. "Después un par de veces no me llamó -agregó- cuando me tenía que llamar. Yo a la mañana me tenía que ir al campo y a veces no podía pasarla a buscar por el boliche porque no hacía a tiempo. Una vez me dijo que se volvía en el auto de unos amigos y yo le dije que le había dado plata, que se la gastara en un remís".

Tiempo atrás Troncoso se había ilusionado con la aceptación de Melina de irse a vivir juntos cuando ella cumpliera 18. La fecha se acercaba y no parecía estar tan sólido el vínculo. "Cuando los cumplió le planteé lo que habíamos hablado y me pidió que le diera más tiempo. Yo la entendí cuando me dijo que no estaba segura. Después fue la fiesta de egresados, casi diciembre de 2011, y cuando fui a buscarla a la madrugada como habíamos quedado la vi salir con su amiga Yanina y dos varones. Yo estaba en el estacionamiento y le mandé un mensaje. Ella me respondió que no hinchara, que le estaba haciendo la pata a Yanina. Me fui llorando a mi departamento y quemé todo en la parrilla. Las cartas, los osos de peluche, las fotos... todo. Tenía mucha rabia y tristeza", detalló.

Ya en la primera semana de febrero, a pocos días del crimen, Troncoso dijo que Melina le mintió una noche. "Me dijo que iba a ir a andar en roller y cuando la llamé más tarde me dijo que todavía no había ido. Entonces no la llamé hasta la madrugada y cuando pude ubicarla por teléfono escuché de fondo la voz de un hombre. Esa noche nos encontramos y me dijo que por todas esas escenas era que no quería estar más juntos", aclaró.

El martes previo al viernes de la desaparición Troncoso le dijo a Melina que "estaba muy enfermo". "Le dije que tenía una enfermedad terminal y me quedaban pocos meses de vida. Le mentí porque quería prolongar la relación y porque ella era el motivo de mi vida. Se puso mal y recién nos volvimos a ver el jueves".

Troncoso recordó que el jueves 11 de febrero de 2012 se encontraron con Melina y tuvieron relaciones sexuales. "Estaba preocupada por lo que le había dicho -puntualizó-. También le había dicho que me iba a ir a Misiones, eso era cierto, y que le iba a dejar plata y el auto. Después a la noche me fui a un asado y ya habíamos quedado en encontrarnos el viernes".

 

La confesión

 

 

La declaración de Troncoso había sido adelantada por su abogado defensor César Sivo la semana pasada, al entender que el rumbo que había tomado el juicio era irreversible. El relato de Troncoso iba a incluir la confesión del crimen, para de esa manera buscar despejar la posibilidad de la calificación de "alevosía", que supone la prisión perpetua. Por eso, Troncoso contó el último día de vida de Melina.

"El viernes nos comunicamos y ella me dijo que ni bien se fuera la madre iba a salir para encontrarnos. Habíamos quedado en ir a Mar del Sud. No sé qué hora era, pero tal vez fueran las cuatro y media de la tarde cuando ella vino y se subió al auto. Salimos y paré a cargar agua para el mate en la estación de servicio. Yo era conocido ahí. Me conocían a mí porque iba a cargar nafta en los autos del campo, en los cuatriciclos. Mi vehículo no lo conocían.

Después de ahí salimos por la calle de tierra y paré en la panadería donde compré algo dulce. No recuerdo, pero es probable que haya manejado ella, pero antes de Mechongué cambiamos porque ahí está el destacamento policial. Bueno, fuimos por la ruta 88, por el camino de tierra y al llegar a Mar del Sud pegamos algunas vueltas, fuimos al hotel abandonado y a la playa. Caminamos, tomamos mate, comimos, y al volver, cuando pasábamos por Mechongué, me dice Melina que tenía ganas de orinar. Bueno, paramos a un costado de la ruta, caminamos unos metros hasta la entrada a un campo y luego a un montecito. Ella orinó ahí entonces yo le propuse mantener relaciones sexuales. Primero me preguntó si ahí mismo y yo le dije en el auto. Volvimos al auto, corrimos los asientos para adelante y como ella hacía unos días que no tomaba las pastillas, porque se les habían acabado, me dijo que usara preservativo".

El relato de Troncoso comenzó a hacerse más pausado. Con un pañuelo marrón, de tela gastada, se secó la comisura. Y prosiguió: "Melina se acostó en el asiento de atrás, con la cabeza hacia el campo y los pies hacia la ruta. Y yo me puse encima. Entonces empezamos a tener relaciones, a hacer el amor. En un momento determinado ella me dijo 'Pablo, mi amor'. No sé si fue Pablo, pero no me dijo mi nombre. Entonces la agarré del cuello. No sabía lo que hacía pero al escuchar eso es como que daba por hecho todas las sospechas que yo tenía. Después me di cuenta que ella no tenía abiertos los ojos y bajé del auto. Me puse el pantalón, tenía unas bermudas, y la arrastré hasta abajo de la banquina, a una zanja. No sé bien cuándo pero agarré un cuchillo que tenía y le corté un poco la piel, en las muñecas. Tenía algunos cartones y una bolsa de cal en el baúl. Entonces la tapé con eso y con yuyos. Estaba asustado. Subí al auto y me fui mirando para atrás, porque pensaba que Melina se iba a levantar. Después cuando llegué a la curva peligrosa tiré el cuchillo".

 

En la comisaría

 

Uno de los temas de discusión en el debate es lo que sucedió horas antes del hallazgo del cuerpo de Melina Briz en la comisaría de Balcarce. Desde el comienzo de la investigación, la defensa aseguró que Troncoso fue víctima de apremios y amenazas. Al respecto, el imputado reconstruyó el día lunes. "El lunes Choren me informa de la búsqueda de Melina y me toma declaración por primera vez. Me dice que yo había sido el último en haberla visto y que contara lo que sabía. No me hice cargo de lo que había hecho. Mentí. No recuerdo las preguntas pero sí que dije que después de verla la había dejado a Melina a dos cuadras de la casa. Entonces me dijo Choren que me fuera. Después, estando con mi hermano y con un amigo nos llaman de la comisaría de nuevo. Yo no quería volver porque sabía lo que había hecho, pero mi hermano me decía que fuéramos, que no había problemas. El no sabía nada, por eso no estaba preocupado. Entonces volvimos y ahí ya me lleva Luna a su oficina. El me muestra una foto de Melina, me dice si estaba igual a esa foto, y después ya me dice directamente que le diga yo qué le había hecho. Volví a negar todo. Pero fue muy tenso porque yo sentía que Luna me acorralaba, me presionaba. Cuando terminó esa charla yo salí mal y me dijeron que no me podía ir. Después nos dejaron ir hasta un kiosco y tuvimos que volver. Pasó el tiempo hasta que a las 10 de la noche, más o menos, me hicieron subir a un patrullero para ir a mi departamento".

"Cuando llegué al lugar había un montón de gente y de policías. Casi no se podía caminar. Entramos a mi departamento y los peritos revisaron todo, hasta tiraron líquidos en una cortina, en el baño, en la cocina. Apagaban las luces y la iluminaban con otra luz. No sé cuánto tiempo pasó hasta que me dijeron que ya estaba todo y que debían seguir con el auto. De ahí fuimos a la comisaría a eso de la una y media de la madrugada y estaba Periqué. Me llevaron a una oficina del fondo y Periqué empezó a hablarme pero ya no como me hablaba antes. Me empezó a amenazar verbalmente. Hacía que llamaba por teléfono o llamaba, no sé, y decía que tuvieran a mano el legajo de mi sobrina que era policía porque la iban a echar de la fuerza si yo no confesaba. Después dijo que iban a meter preso a mi hermano y me mostraban un papel con antecedentes de él. También que a mi sobrino lo iban a meter en un instituto. Me dijo que por mi culpa iba a dejar pegada a toda mi familia y que a mi hermano lo iban a meter preso por cómplice. Que me iban a moler a palos. Entonces nos dijeron que se iban y que me iban a dejar hablar con mi familia".

"Cuando me quedé con mi hermano Juan Carlos se me vino todo a la cabeza. Lo que les podía pasar, el problema en el que los podía meter. Entonces agaché la cabeza, nos abrazamos, y le dije que le había quitado la vida a Melina. Vos estás loco, vos estás loco, me dijo mi hermano y ahí fue cuando entraron a los gritos los policías, festejando, diciendo que Luna tenía razón desde el principio. Mi hermano estaba muy enojado conmigo. Después fue cuando le cuento a los tres (Luna, Periqué y Choren) lo que pasó. Y le dije dónde estaba el cuerpo, hasta la marca en el campo que está enfrente para que se orientaran. Al rato, cuando estaba esposado en la cocina, vino un policía que era vecino mío y le dijo a otro que pensar que a esa basura yo la conocía. Ahí, mientras yo estaba esposado a un banco, me pegó un par de patadas".

 

Las repreguntas

 

El fiscal Rodolfo Moure, ante la contundencia de los dichos, sólo buscó aclarar algunas contradicciones o construcciones "ficticias" del relato. Por eso insistió en la idea de que se trató de un crimen premeditado y no hijo de un rapto de emoción. "¿Dónde estaba el cuchillo con el que cortó las muñecas?", "¿por qué se quedó con el teléfono y mandó los mensajes?", "¿por qué rompió el chip del teléfono de Melina?; había algo que no quería que supiéramos?", "¿por qué compró la cal el mismo día del crimen?", "¿usted qué opinión tiene de una relación entre una persona de 36 años y una chica de 13?" fueron algunas de las preguntas que prácticamente tuvieron la misma respuesta: "No sé".

En tanto la representante de la familia Briz, Adelina Martorella, señaló ayer que "no voy a adelantar mi alegato porque faltan testigos y pruebas, pero está claro que voy a insistir con la alevosía. La historia de Mar del Sud es falsa y es sólo para ocultar que llevó a Melina a un lugar desprotegido y alejado para matarla".

La semana próxima sólo restarán realizarse las pericias psicológicas y psiquiátricas antes de que las partes preparen el terreno final para que los jueces fallen.

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