Luego de que la noticia del atraco efectuado a principios de esta semana a un establecimiento expendedor de la zona oeste del conurbano bonaerense, en el cual un grupo de ladrones fuertemente armados atacó al personal de la playa de carga y balearon un automóvil que estaba dentro del establecimiento llevándose una suma cercana a 70 mil pesos, analistas de la materia reflexionaron sobre las consecuencias que estos hechos acarrean en el mundo de los estacioneros.

En este caso, el experto Juan Venturino, comentó que “el negocio de venta  minorista de combustibles se torna cada vez más peligroso y menos redituable económicamente a causa de que la suma de dinero que los empresarios manejan, una ínfima parte es de su propiedad”.

Dijo además que el personal de los establecimientos y los propietarios de los mismos están cada día más expuestos a los robos y a sistemas de prevención de incendios que en muchos casos deberían estar modernizados a las necesidades actuales, entre otras cosas.

“Es interesante entender el alto nivel de riesgo con el cual conviven los trabajadores de una Estación de Servicio, ya que manipulan sustancias inflamables, que en ocasiones como el asalto en Ciudadela, pudo haber sido mucho peor si los ataques de armas de fuego hubiesen impactado en los surtidores”, aseveró.

Venturino fue también consultado sobre la obligación que el Estado impone a los empleados de Estaciones de Servicio para que colaboren en el cumplimiento de las leyes viales de no cargar combustible a los motociclistas sin casco, así como de no expender GNC a los vehículos con obleas vencidas.

Respondió al respecto que “la situación de inseguridad que vive la Argentina se debe en gran medida al desapego a las normas de convivencia y la anomia, que es bastante común cuando el entorno social asume cambios significativos en la economía”.

Afirmó que “a pesar de que nos acostumbramos como sociedad a que la norma se cumple de a ratos o cuando nos conviene, la realidad es que las reglas se deben cumplir siempre, sin importar las circunstancias”, como por ejemplo, aquella persona que exige al playero cosas que no puede hacer, o no respeta el lugar en la fila como datos de la realidad cotidiana.