Adopciones: el desafío de proyectar y crear una familia desde la adversidad

Adopciones: el desafío de proyectar y crear una familia desde la adversidad
En la ciudad hay casi 600 padres y madres aguardando y decenas de chicos en proceso de adoptabilidad ¿Cuál es el problema? El 80% de adultos busca niños de entre 0 y 2 años y pocos se animan a cobijar a los más grandes
Toda búsqueda supone un hallazgo, un encuentro. Y todo hallazgo un movimiento, un desafío, un punto de partida. En la ciudad, cientos de padres esperan, anhelan, y sueñan con la llegada de un hijo; pero también, decenas de chicos aguardan el abrazo, la caricia, la contención y el amor de una familia. Aunque sus caminos en teoría debieran cruzarse, el destino a veces parece interponerse. Para quienes no han podido concretar el deseo, la adopción se presenta como una posibilidad: la de animarse a proyectar, más allá de la adversidad.

Alejandra Obligado es titular del Juzgado de Familia Nº 5 del Departamento Judicial Mar del Plata. Ha sido, de un tiempo a esta parte, una de las referentes máximas en Mar del Plata en materia de adopción. Sin ir más lejos, durante el fin de semana que pasó, fue una de las coordinadoras de las exitosas jornadas sobre adopción, que tuvieron lugar en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Mar del Plata, y que contaron con la participación de numerosos referentes y especialistas en el tema, entre ellos, el ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Provincia de Buenos Aires, Eduardo Pettigiani.

Durante una entrevista con El Atlántico, la profesional ahondó en cuestiones relativas a la situación local, el impacto de la nueva legislación en adopción (ley provincial 14.528, reglamentada en septiembre de este año) y los principales desafíos e inconvenientes que surgen durante los procedimientos. Dijo, entre otras cosas, que hoy en día no existen muchas familias dispuestas a adoptar chicos mayores de 6 o 7 años, o con algún tipo de incapacidad, a pesar de que la gran mayoría de jóvenes que esperan una medida de abrigo son los más grandes. “¿Está mal o bien que una familia no los quiera adoptar? No está ni mal ni bien… cuando uno decide tener familia, piensa en tener un niño que se críe en el vientre, que nazca y que dependa de uno absolutamente, que no hable y que lo primero que diga sea 'Mamá'. Entonces si ése es el deseo de alguien con un hijo biológico, ¿por qué no sería el de alguien que va adoptar?”, reflexionó al respecto.

-Recientemente se reglamentó en la provincia de Buenos Aires la tan esperada ley de adopción ¿Cuáles son los cambios o las modificaciones que trae aparejada la nueva legislación?

-La ley 14.528 es una ley provincial que se refiere al procedimiento de adopción y específicamente viene a sentar una nueva forma de decidir la adopción, un nuevo proceso, que tiene que ver con la adoptabilidad, con el sujeto legislado. Como paso previo, se declara al niño en situación adoptable; luego viene la guarda preadoptiva y después la adopción. De esta manera los plazos se acortan, se plantean 180 días desde la primera toma de medida de abrigo o protección, que significa justamente alejar al chico de la familia biológica o nodal, afectiva. Desde que el chico se aloja en un hogar, porque no puede seguir estando en el ámbito anterior, y hasta que el juez decide la adoptabilidad, deben pasar como mucho 180 días. En ese período, el Poder Ejecutivo trabaja en conjunto con el Judicial, viendo primero la posibilidad de retorno de ese menor a la familia, porque por ahí hubo una crisis de pobreza o situación de indigencia. Ahora, si la pobreza es espiritual o moral, porque el niño sufrió maltratos, atrocidades o apremios ilegales (hemos tenido chicos torturados por adultos), entonces en virtud de eso, tal vez no haya que esperar esos 180 días, si ya se ha descubierto el maltrato ¿Por qué aguardar para volver a una familia con la que no va a poder estar? Entonces, ahí, entre la Asesoría de Incapaces, el Poder Ejecutivo, el Judicial y otras organizaciones, se empieza a trabajar en el proceso de adoptabilidad: desmalezamos, empezamos a desvincular a ese niño de la familia biológica para que ingrese a las familias adoptivas, que son las que están en los legajos. O tal vez, puede ser que exista todavía algún vínculo afectivo, un padrino o un tío, que tal vez sea el idóneo para hacerse cargo del chico. De cualquier manera, el objetivo final de la legislación es la no institucionalización crónica del niño, se busca que el chico esté lo menos posible en los hogares, sólo el tiempo suficiente como para que los efectores puedan trabajar y aislarlo del lugar hostil de donde proviene.

-Respecto a la situación local, ¿en qué instancia se encuentran los jóvenes que esperan ser adoptados y cuál es la demanda por parte de las familias?

-En la ciudad tenemos una situación compleja, porque no tenemos una estadística cierta de cuántos niños se encuentran en los hogares esperando adopción. Mi situación, en lo que se refiere al Juzgado Nº 5 a mi cargo, es que tenemos niños alojados en hogares, algunos ya con el estado para que trabajemos la adoptabilidad y otros no. En este momento, tenemos cinco o seis chicos de entre 4 y 14 años, para los que estamos buscando familias. Ahora, para hacer una generalización, y a modo de ejemplo, supongamos que en todos los Juzgados hay más o menos la misma cantidad de chicos esperando, entonces tenemos un total de treinta aproximadamente. Respecto a las familias, en el Juzgado Nº 5 hay unos cien legajos de familias que esperan. En total, son seis las dependencias, así que podríamos decir que hay unas seiscientas familias esperando, lo que nos dice que hay más legajos inscriptos que niños alojados en situación de adoptabilidad. Ahora, y a modo de segunda reflexión, podemos decir que el 80% de los legajos, casi el 90%, esperan niños de entre 0 y 2 años. La realidad es que todos queremos tener hijos que no sepan hablar, que no sepan caminar para poder enseñarles. Pero a un chico que no sabe hablar, caminar ni escuchar, pero tiene 14 años, nadie lo adopta. Ahí está el tema, nosotros tenemos chicos sordos, imposibilitados de caminar, con capacidades diferentes, que si bien no hablan o no caminan, tienen 14 años. Entonces, ¿está mal o bien que una familia no los quiera adoptar? No está ni mal ni bien…cuando cualquiera decide tener familia, piensa en tener un niño que se críe en el vientre, que nazca y que dependa de uno absolutamente, que no hable y que lo primero que diga sea “Mamá”. Entonces si ese es el deseo de alguien con un hijo biológico, ¿por qué no sería el de alguien que va adoptar? El tema es que a nosotros como operadores, la Constitución Nacional y la Convención por los Derechos del Niño, nos dicen que hay que velar en estos procesos por el interés del niño, por sobre el deseo de los adoptantes. Por eso, y si bien lo que más abunda son legajos con requerimientos de 0 a 2 años, a los primeros que llamamos son a las familias que se anotaron y por ahí pusieron de 6 a 7 años o de 7 a 8, porque es lo que más hay. Entonces, las familias se ponen contentas porque los convocamos, pero por ahí les decimos que tenemos un chico más grande, y lo piensan y dicen que no. Y después, por ahí aparece un nene de 8, que es lo que ellos querían, pero viene con una hermanita de 11, y me dicen: “Doctora, nosotros buscábamos solo uno”. El tema es que los hermanos no se pueden separar, aunque en algunos casos se genera el criterio, en función de cada situación, pero siempre se prioriza la unidad, porque si ya lo separaste de la familia biológica, ¿también lo vas a hacer del hermano? En conclusión, la familia termina diciendo por ahí que no los llamemos más, porque cada vez que dicen que no, es una pérdida más, “es perder la posibilidad de ser padres, es haber hecho daño a alguien que no conocemos”. Yo les explico que los chicos no se enteran de eso, porque los resguardamos y de eso nos ocupamos nosotros. Pero después, por ejemplo, van dos familias a un asado y se dan cuenta de que se anotaron en el mismo momento y en el mismo Juzgado, pero uno ya tiene a su hijo y el otro sigue esperando. El segundo se pregunta ¿por qué a mí no me llamaron? Y la diferencia está en la edad de los chicos, porque el primero pudo lograr adoptar rápidamente porque aceptó la posibilidad de vincularse con un chico más grande. Lo que les tengo que decir a los padres cuando vienen con estos planteos, es que, aunque a veces no se entienda en un momento tan particular, yo trabajo para el niño y no para los adoptantes.

ADOPCIÓN EN LA ADOLESCENCIA

Consultada respecto a la posibilidad de que una familia no logre ensamblarse tras el proceso de adopción, Obligado se sinceró y dijo que, aunque “no nos sale a veces ni decirlo ni pensarlo” hay muchas situaciones de restitución de los chicos, en especial con adolescentes. “Pasa algo muy particular en estos casos, porque estamos hablando de una etapa que ya de por sí es especial”, sostuvo la especialista, que luego graficó, a modo de ejemplo: “Entonces, si preguntamos: ¿El chico miente, pega, se lleva materias, se alcoholiza, va a la previa, tiene relaciones sexuales, es taciturno, está todo el día encerrado? La respuesta probablemente va a ser sí, pero ahí hay que pensar: si es un hijo biológico qué hago ¿Abro mi útero y lo reincorporo? ¿Digo 'no lo quiero más'? No, eso no pasa, pero los padres adoptivos lo que hacen es llamar por teléfono para decir que no pueden hacerse cargo de la situación”.

“La diferencia está en entender -continuó la jueza- que el adolescente, en general tiene esos brotes, que hacen a la naturaleza de lograr la identidad, de enfrentarse con despegar del padre y la madre. Ese es el proceso que duele tanto, de querer separarse y no parecerse al hombre y a la mujer que le dio la vida. Es una crisis, en la que el chico pasa de haber amado a no querer”. Sin embargo, para los jóvenes adoptados se presenta un doble problema, de acuerdo a la doctora, porque el chico se debe separar, pero no sabe de quién. “¿A quién uso como modelo? ¿A los que me abandonaron, me castigaron, me maltrataron o a los guardadores?”, se preguntó Obligado, antes de explicar: “Entonces, el joven adoptado y adolescente es como un sujeto de dos cabezas: se debe ‘desidentificar’ de los biológicos para lograr identificarse con los adoptivos para luego ‘desidentificarse’ y separarse de los guardadores para atravesar el crecimiento. Si para el adolescente con familia esto es bravo y genera una crisis, imagínense lo que es para los guardadores y adoptivos aguantar este tsunami. La clave, lo único que se puede hacer, es resistir, porque esa es la prueba de fuego para convertirse en padres”.

EL NÚMERO

Si bien no hay datos certeros respecto a la situación local, la apreciación que realizó la titular del Juzgado de Familia Nº 5 da cuenta de la existencia de alrededor de 600 familias a la espera de adoptar y unos 30 chicos en estado de adoptabilidad, institucionalizados en distintos hogares de la ciudad.

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