Del acueducto no se habla

Las inundaciones en el departamento permanecen, como nunca antes, en el centro del conflicto que crearon. Objetivamente existen razones que justifican los reclamos del sector de los directamente afectados. La situación es por demás compleja y, como es de suponer, no habrá respuestas mayores en cuanto a obras fundamentales.

Más allá de las medidas que la emergencia impuso, y de las que eventualmente se adopten conforme los anuncios, las decisiones respecto de las construcciones estructurales de un plan general y abarcador de la problemática continuarán pendientes. Es lo previsible, no obstante que pueda mediar una favorable disposición oficial. Lo que se le opone se ubica en el plano de lo financiero como obstáculo fundamental. 

En una nota anterior hicimos referencia a ese impedimento. Como es de conocimiento, en el caso de Rafaela la construcción del esperado acueducto responde en sustancia a la misma causa. El agua, en ambos casos, es protagonista absoluta en un escenario que no promete cambios trascendentes. 

Todo está ligado a la ausencia de protagonismo de los estados y a la pobreza conceptual de quienes representan a la ciudadanía. Un economista español, Santiago Carbó, traza un cuadro general del que no escapa su país, donde el agua potable es tema prioritario en la agenda pública. Lo hace partiendo de la premisa de tres factores que gravitarían en el proceso de transformación de la economía mundial. Uno de ellos, una expansión monetaria coincidente con “una expansión de la deuda pública y privada, ambas sin precedentes”, dice. Un contexto en el que “el agua vive la tragedia de otras inversiones tremendamente necesarias”, afirma. 

Que los países en desarrollo padecen, con matices diferentes, de los mismos y básicos componentes del combo mencionado, no caben dudas; y en lo que se refiere al agua, sobran problemas. Tales, el agua potable y el saneamiento. Carbó añade que el agua es un problema “cuyas consecuencias se experimentan a largo plazo, mientras que la política tiene tiempos electorales mucho más cortos”. Si bien estos conceptos se refieren a la realidad española, caben en un todo respecto de nuestro país. Como lo dice el economista, ·”hay mucho por hacer en infraestructuras, en co-responsabilidad e, incluso, en educación respecto a los recursos hídricos”. Todo ello, resume, “en la situación actual de deuda y déficit, es complicado”. En torno de esa definición –deuda y déficit- gira la realidad de Argentina, que es también la de Santa Fe. Podemos preguntarnos entonces, teniendo como fundamento las expuestas capacidades productivas del país y las reiteradas muestras prácticas y resultados económicos acordes, ¿qué cosa explica el atraso, inmenso e incuestionable, y las falencias que sobrenadan en torno con dedos acusadores?. En el amplio espectro del deficitario balance que afronta la ciudadanía, en definitiva, un defraudado contribuyente, se inscribe el caso del acueducto a Rafaela, obra clave para una ciudad donde, sin embargo, el agua potable permaneció largo tiempo en el banco de suplentes.  

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